El hombre, imagen de Dios, ha sido creado «varón y hembra» (Gn 1, 27). El hombre y la mujer son iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto varón y hembra. Por un lado, la sexualidad forma parte de la esfera biológica y, por el otro, ha sido elevada en la criatura humana a un nuevo nivel, personal, donde se unen cuerpo y espíritu.
El matrimonio, además, ha sido instituido por el Creador como una forma de vida en la que se realiza aquella comunión de personas que implica el ejercicio de la facultad sexual. «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne» (Gn 2, 24).
La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.
Esta es la conclusión que se saca de las Consideraciones aprobadas por el Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de marzo de 2003. Conclusiones que en lo que a mi respecta caen en saco roto.
Creo que hay una incoherencia en todo esto. Realmente ¿ cree alguien que Dios estaría en contra de que dos personas sean del sexo que fuere no pudieran realizar un derecho inalienable a todo ser humano como es el matrimonio?. Parece mentira que sea el Papa el que diga que no podemos prejuzgar a las personas, que no podemos juzgarlas por ser de una determinada raza o religión, y sea él mismo el que niege y le parezca aberrante la existencia de leyes que reconocen derechos a parejas homosexuales.
De verdad, muchas veces no hay quien entienda a la Iglesia. Dice que respeta a este tipo de relaciones, pero que no debe tener ningún tipo de derecho este"comportamiento desvíado". ¿Que tipo de respeto es ese?. Realmente siento lástima...todavía no se han dado cuenta de que muchas de las personas que van todos los domingos a misa son hombres y mujeres que ellos mismos llaman "anormales".
Aunque la lástima se convierte en rabia cuando me doy cuenta de que con esa actitud tan conservadora y retrógada hacen que muchas personas cristianas nos cuestionemos el sentido que tiene ser de una religión que no ama a todas las personas por igual. ¿Desde cuando el AMOR DE DIOS hace distinciones?
martes, 22 de mayo de 2007
TÚ SABES QUE TE QUIERO
Señor, tú sabes que siempre te quise,
y que te sigo queriendo;
tú sabes que te quiero.
A pesar de mi soberbia y orgullo,
a pesar de mis miedos e infidelidades,
tú sabes que te quiero.
A pesar del cansancio y del abandono de tantos días,
a pesar de mi cabeza de piedra,
tú sabes que te quiero.
A pesar de que me cuesta adivinarte entre la gente,
a pesar de lo torpe que soy para verte vestido de pobre,
tú sabes que te quiero.
A pesar de mis dudas de fe,
de mi vacilante esperanza,
y de mi amor posesivo,
tú sabes que te quiero.
A pesar de las bravuconadas de algunos días,
y de la apatía y desgana de otros,
a pesar de mis pies cansados,
de mis manos sucias,
de mi rostro destemplado,
tú sabes que te quiero.
A pesar de que me cuesta quererme a mí mismo,
a pesar de que no siempre te entiendo,
a pesar de los líos que presiento,
tú sabes que te quiero.
Yo te quiero, Señor,
porque tú me quisiste primero
y no renegaste de mí,
a pesar de ser torpe y frágil.
Yo te quiero, Señor,
porque siempre confías
en las posibilidades que tengo
de ser, junto a ti,
aquí en mi puesto,
servidor fraterno.
Ulibarri, Fl.
y que te sigo queriendo;
tú sabes que te quiero.
A pesar de mi soberbia y orgullo,
a pesar de mis miedos e infidelidades,
tú sabes que te quiero.
A pesar del cansancio y del abandono de tantos días,
a pesar de mi cabeza de piedra,
tú sabes que te quiero.
A pesar de que me cuesta adivinarte entre la gente,
a pesar de lo torpe que soy para verte vestido de pobre,
tú sabes que te quiero.
A pesar de mis dudas de fe,
de mi vacilante esperanza,
y de mi amor posesivo,
tú sabes que te quiero.
A pesar de las bravuconadas de algunos días,
y de la apatía y desgana de otros,
a pesar de mis pies cansados,
de mis manos sucias,
de mi rostro destemplado,
tú sabes que te quiero.
A pesar de que me cuesta quererme a mí mismo,
a pesar de que no siempre te entiendo,
a pesar de los líos que presiento,
tú sabes que te quiero.
Yo te quiero, Señor,
porque tú me quisiste primero
y no renegaste de mí,
a pesar de ser torpe y frágil.
Yo te quiero, Señor,
porque siempre confías
en las posibilidades que tengo
de ser, junto a ti,
aquí en mi puesto,
servidor fraterno.
Ulibarri, Fl.
La caridad es paciente
Pablo presenta, como primer adjetivo para la caridad, la paciencia (cf. 1Cor 13,4). ¿Se trata de una casualidad? ¿Puso la palabra “paciente” en el inicio de la lista porque “sonaba bien”? ¿O no se tratará, más bien, de algo “dictado” por el Espíritu Santo, como un fruto de la experiencia de quien conoce a Cristo y, a través de Cristo, al Padre?
El Antiguo Testamento nos habla de la paciencia casi infinita de Dios. Vemos, por una parte, un pueblo lleno de pecados: reyes que buscan sus caprichos y no la voluntad de Dios, profetas que tienen miedo y a veces quieren escapar de su misión, personas ricas o pobres, grandes o pequeñas, hombres o mujeres, que pecan una y otra vez... Por otro lado, vemos a Dios que, con una paciencia ilimitada, espera.
Dios sabe perfectamente que un castigo puede asustar por un tiempo, pero no cambia los corazones. Sabe que muchos desean la muerte del mal rey para acabar con la injusticia, pero luego llega otro que puede ser peor. Sabe que el hombre es débil, tan débil que deshace en la tarde lo que había prometido en la mañana.
¿De dónde nace la paciencia de Dios? La respuesta es una sola: de su amor. Un amor que a veces nos parece “excesivo”. Ante una injusticia evidente, ante un crimen atroz, nosotros pedimos venganza. Dios espera. Incluso, para nuestra sorpresa, perdona, cura, levanta y ama.
El Nuevo Testamento es la máxima expresión de la paciencia divina. El pueblo que camina en tinieblas recibe la luz: ¡vino el Mesías a su pueblo! Y muchos, secamente, le dieron la espalda. El Salvador estaba entre los suyos, y los suyos no le recibieron. Tuvo un grupo de predilectos, y uno le traicionó, mientras que los demás huyeron. Llegó el drama de la Pasión, y el Padre no envió las diez legiones de ángeles que podrían haber cambiado el curso de la historia humana.
Si vemos la historia personal de cada uno, reconoceríamos que Dios ha sido infinitamente paciente con nosotros. A pesar de tantos errores, caídas, pecados, egoísmos, Él supo aguardar en silencio. Esperaba la hora de la conversión, la hora en la que su Amor podría perdonar, limpiar, sanar las heridas más hondas.
Si Dios se comporta así con nosotros, ¿no podemos empezar a ser también pacientes con los demás e, incluso, con nosotros mismos? La paciencia, que es misericordia llena de amor, nos llevará a no fijarnos siempre en lo mucho malo que hay a nuestro lado, para buscar la chispa de bien que se esconde en cada corazón. Nos llevará a sonreír a quien nos molesta, nos pone la zancadilla, nos humilla, nos hace sombra, nos hiere con sus caprichos o sus ingratitudes.
Sí, la caridad es paciente y misericordiosa. La medida que Dios usa con nosotros es el perdón y la comprensión. No podemos usar una medida distinta con nuestros hermanos. Ni con nosotros mismos. Aunque nuestros pecados nos abrumen y nos llenen de vergüenza, Dios quiere levantarnos, lavarnos e introducirnos al banquete de fiesta de los cielos.
El Antiguo Testamento nos habla de la paciencia casi infinita de Dios. Vemos, por una parte, un pueblo lleno de pecados: reyes que buscan sus caprichos y no la voluntad de Dios, profetas que tienen miedo y a veces quieren escapar de su misión, personas ricas o pobres, grandes o pequeñas, hombres o mujeres, que pecan una y otra vez... Por otro lado, vemos a Dios que, con una paciencia ilimitada, espera.
Dios sabe perfectamente que un castigo puede asustar por un tiempo, pero no cambia los corazones. Sabe que muchos desean la muerte del mal rey para acabar con la injusticia, pero luego llega otro que puede ser peor. Sabe que el hombre es débil, tan débil que deshace en la tarde lo que había prometido en la mañana.
¿De dónde nace la paciencia de Dios? La respuesta es una sola: de su amor. Un amor que a veces nos parece “excesivo”. Ante una injusticia evidente, ante un crimen atroz, nosotros pedimos venganza. Dios espera. Incluso, para nuestra sorpresa, perdona, cura, levanta y ama.
El Nuevo Testamento es la máxima expresión de la paciencia divina. El pueblo que camina en tinieblas recibe la luz: ¡vino el Mesías a su pueblo! Y muchos, secamente, le dieron la espalda. El Salvador estaba entre los suyos, y los suyos no le recibieron. Tuvo un grupo de predilectos, y uno le traicionó, mientras que los demás huyeron. Llegó el drama de la Pasión, y el Padre no envió las diez legiones de ángeles que podrían haber cambiado el curso de la historia humana.
Si vemos la historia personal de cada uno, reconoceríamos que Dios ha sido infinitamente paciente con nosotros. A pesar de tantos errores, caídas, pecados, egoísmos, Él supo aguardar en silencio. Esperaba la hora de la conversión, la hora en la que su Amor podría perdonar, limpiar, sanar las heridas más hondas.
Si Dios se comporta así con nosotros, ¿no podemos empezar a ser también pacientes con los demás e, incluso, con nosotros mismos? La paciencia, que es misericordia llena de amor, nos llevará a no fijarnos siempre en lo mucho malo que hay a nuestro lado, para buscar la chispa de bien que se esconde en cada corazón. Nos llevará a sonreír a quien nos molesta, nos pone la zancadilla, nos humilla, nos hace sombra, nos hiere con sus caprichos o sus ingratitudes.
Sí, la caridad es paciente y misericordiosa. La medida que Dios usa con nosotros es el perdón y la comprensión. No podemos usar una medida distinta con nuestros hermanos. Ni con nosotros mismos. Aunque nuestros pecados nos abrumen y nos llenen de vergüenza, Dios quiere levantarnos, lavarnos e introducirnos al banquete de fiesta de los cielos.
El título de mi Blog viene de...

He aqui ante ustedes, el ilustre y muy querido Mogollón, Juancarlos Mogollón.
Un ser entrañable, con dientes inmaculados y Gran Amigo de sus amigos, que me ha cedido el apellido para que yo titule mi Blog.
Un detalle por su parte...y es que, muy pocossss Mogollones quedan ya en el planeta tierra...
Atención: tenemos que evitar que la saga Mogollón se disuelva. Para ello no hay mejor propaganda que mi blog, aunque lo único que tenga que ver con Mogollón sea esta foto...pero bueno, que no se queje que ya es algo!!! Asi que..disfrutemos de esa maravillosa dentadura y hagamos del mundo algo por lo que sonreir.
viernes, 18 de mayo de 2007
Yuhuuuuuuuuuuu!!!!!!!!!!!!!!!

Cuando nos dicen que nos presentemos y digamos nuestros datos más importantes nos sale decir nuestro nombre, apellidos, nuestra fecha de nacimiento, quizá la carrera que estamos estudiando (o el trabajo en su caso) y ya de paso le decimos también el DNI y nuestro teléfono. Pero, ¿eso son datos que realmente nos identifican como personas? Realmente no.
Si a mi me dijeran que me presentara con los cuatro datos que me identifiquen como persona diría que me llamo María, tengo 22 años, dos hermanos y soy cristiana. ¿Por qué no? Tenemos que dar los datos más importantes de nuestra vida, ¿no? Mi nombre identifica quién soy, aunque la verdad, con tantas Marías como hay en este mundo, me llaman de todo menos eso; la edad dice las experiencias que he vivido en un “corto” periodo de tiempo, y en que etapa vital me puedo encontrar ahora; mis hermanos las personas más importantes para mi en este mundo (bueno, vale, junto con el resto de mi familia y mis amigos); y lo de ser cristiana, para mi un dato fundamental, es mi estilo de vida. Así, como suena.
Ay…las creencias religiosas, la religión, el catolicismo, el cristianismo, mi fe. Que difícil es hablar de algo tan personal y a la vez tan importante en mi vida… Que difícil resulta muchas veces hablar con nuestros amigos sobre lo que creemos… ¿Se puede explicar algo así? ¿Se puede explicar porque considero a Jesús como la persona más revolucionaria de todos los tiempos? ¿Se puede explicar por qué considero a la virgen María como mi ejemplo a seguir? Sinceramente, creo que no.
Pero es que yo con este blog no pretendo explicar a nadie nada de eso, ni pretendo convencer ni espero que nadie entienda lo que siento. Sólo quiero compartir mi vida cristiana. Compartir lo que siento al escuchar el sermón de mi párroco todos los domingos en misa de 11; lo que siento cuando la Iglesia se posiciona en contra de la homosexualidad; cuando un médico cristiano atendiendo a su libertad de conciencia no practica un aborto a una mujer; lo que siento cuando doy catequesis a los niños de 14 años; lo que siento cuando la Conferencia Episcopal decide cerrar una parroquia de Vallecas por considerarla “roja”…
Sinceramente, no puedo negar que en muchas ocasiones no me siento nada identificada con las cosas que salen de boca de los Obispos. Pero así soy yo. Si sigo yendo a misa todos los domingos es porque me pesan más las cosas buenas que las malas, y porque para mí lo importante no es la Iglesia como Institución, sino la Iglesia como Pueblo. Lo importante está en llevar una vida coherente, y vivir de acuerdo con los valores cristianos que considero más importantes: el SERVICIO Y la ALEGRÍA.
Un blog para expresar mis inquietudes, mis pensamientos, mis emociones… y para que todo el mundo se pueda expresar de igual manera. ¿Para que existe si no la libertad religiosa y la libertad de conciencia?
Si a mi me dijeran que me presentara con los cuatro datos que me identifiquen como persona diría que me llamo María, tengo 22 años, dos hermanos y soy cristiana. ¿Por qué no? Tenemos que dar los datos más importantes de nuestra vida, ¿no? Mi nombre identifica quién soy, aunque la verdad, con tantas Marías como hay en este mundo, me llaman de todo menos eso; la edad dice las experiencias que he vivido en un “corto” periodo de tiempo, y en que etapa vital me puedo encontrar ahora; mis hermanos las personas más importantes para mi en este mundo (bueno, vale, junto con el resto de mi familia y mis amigos); y lo de ser cristiana, para mi un dato fundamental, es mi estilo de vida. Así, como suena.
Ay…las creencias religiosas, la religión, el catolicismo, el cristianismo, mi fe. Que difícil es hablar de algo tan personal y a la vez tan importante en mi vida… Que difícil resulta muchas veces hablar con nuestros amigos sobre lo que creemos… ¿Se puede explicar algo así? ¿Se puede explicar porque considero a Jesús como la persona más revolucionaria de todos los tiempos? ¿Se puede explicar por qué considero a la virgen María como mi ejemplo a seguir? Sinceramente, creo que no.
Pero es que yo con este blog no pretendo explicar a nadie nada de eso, ni pretendo convencer ni espero que nadie entienda lo que siento. Sólo quiero compartir mi vida cristiana. Compartir lo que siento al escuchar el sermón de mi párroco todos los domingos en misa de 11; lo que siento cuando la Iglesia se posiciona en contra de la homosexualidad; cuando un médico cristiano atendiendo a su libertad de conciencia no practica un aborto a una mujer; lo que siento cuando doy catequesis a los niños de 14 años; lo que siento cuando la Conferencia Episcopal decide cerrar una parroquia de Vallecas por considerarla “roja”…
Sinceramente, no puedo negar que en muchas ocasiones no me siento nada identificada con las cosas que salen de boca de los Obispos. Pero así soy yo. Si sigo yendo a misa todos los domingos es porque me pesan más las cosas buenas que las malas, y porque para mí lo importante no es la Iglesia como Institución, sino la Iglesia como Pueblo. Lo importante está en llevar una vida coherente, y vivir de acuerdo con los valores cristianos que considero más importantes: el SERVICIO Y la ALEGRÍA.
Un blog para expresar mis inquietudes, mis pensamientos, mis emociones… y para que todo el mundo se pueda expresar de igual manera. ¿Para que existe si no la libertad religiosa y la libertad de conciencia?
viernes, 20 de abril de 2007
INDIGNACIÓN POR LA DIFUSIÓN DEL VÍDEO DEL ASESINO DE VIRGINIA
El surcoreano Cho Seung-Hui que asesinó a 32 personas el pasado lunes en la Universidad Politécnica de Virginia envió un paquete con imágenes digitales, vídeos y escritos a la cadena estadounidense NBC tras haber matado a los dos estudiantes del campus de Virginia y antes de acabar con la vida de los otros 30.
La decisión de publicar el vídeo por la cadena televisiva ha motivado una serie de reacciones contrarias a la emisión del mismo en todos los Estados Unidos. Familiares de las víctimas han cancelado entrevistas ya concordadas con la cadena. Así lo admitió la periodista Meredith Vieira: "Habíamos planificado hablar con varias familias pero cancelaron la cita porque estaban muy enfadados por las imágenes que publicamos".
A estas críticas se han sumado las de la policía de Virginia, que ha dicho sentirse "decepcionada" por la publicación del 'manifiesto' del asesino, aunque sí reconocen que el mismo puede ayudarles a esclarecer la investigación. Mientras, los estudiantes y alumnos de la Universidad de Virginia han reaccionado con disgusto, rabia y miedo por la publiciación del material enviado por el asesino.
Por su parte, la NBC ha asegurado haber actuado con responsabilidad en la difusión de las imágenes publicadas, afirmando que han sido sólo una pequeña parte de las que la cadena ha recibido. Además, la cadena ha indicado en un comunicado que pasó los originales "inmediatamente" a la policía y ha dicho que coopera totalmente con las autoridades.
Para ver el vídeo publicado por la cadena NBC, consultar:
viernes, 23 de marzo de 2007
¿Sociedad o Sociedades de información?
En el último siglo, la expresión “sociedad de la información” se ha consagrado como un término político e ideológico que ha ido estrechamente de la mano de la globalización neoliberal, siendo bautizado por las políticas de los países más desarrollados.
Así, una vez se produjo el auge del mercado de acciones de la industria de la comunicación, el auge de la información en nuestros sistemas de producción no se hizo esperar. Unos sistemas de producción que marcarán el futuro de una sociedad, y cuyo poder más importante se encuentra en la economía.
¿Debemos supeditarnos al poder económico? La respuesta es NO, pero desgraciadamente hoy en día, la información, que para muchos debería ser ante todo un bien público, está efectivamente en el centro del proceso económico actual.
Esto significa, básicamente, que la información se encuentra subordinada al poder. Que pueden existir personas que tienen toda la legitimidad de poder decir cualquier cosa en función de sus intereses económicos.
Me da miedo pensar que pueden existir medios que han tomado el control económico y político del espacio mediático, porque eso no sólo significaría que nos encontramos con un cuarto poder en la sociedad actual, un poder que puede decidir sobre cualquier estructura social, sino que, los ciudadanos nos encontramos atados y manipulados, no tenemos poder de decisión, y lo que es peor, todavía hoy nos creemos que somos libres.
No cerremos los ojos ante esta realidad. Sublevémonos ante el conformismo de la sociedad actual, y seamos los actores protagonistas de nuestra propia realidad. Que la sociedad de información no sea un concepto único, sino que exista una pluralidad de sociedades al igual que somos una pluralidad de personas.
Así, una vez se produjo el auge del mercado de acciones de la industria de la comunicación, el auge de la información en nuestros sistemas de producción no se hizo esperar. Unos sistemas de producción que marcarán el futuro de una sociedad, y cuyo poder más importante se encuentra en la economía.
¿Debemos supeditarnos al poder económico? La respuesta es NO, pero desgraciadamente hoy en día, la información, que para muchos debería ser ante todo un bien público, está efectivamente en el centro del proceso económico actual.
Esto significa, básicamente, que la información se encuentra subordinada al poder. Que pueden existir personas que tienen toda la legitimidad de poder decir cualquier cosa en función de sus intereses económicos.
Me da miedo pensar que pueden existir medios que han tomado el control económico y político del espacio mediático, porque eso no sólo significaría que nos encontramos con un cuarto poder en la sociedad actual, un poder que puede decidir sobre cualquier estructura social, sino que, los ciudadanos nos encontramos atados y manipulados, no tenemos poder de decisión, y lo que es peor, todavía hoy nos creemos que somos libres.
No cerremos los ojos ante esta realidad. Sublevémonos ante el conformismo de la sociedad actual, y seamos los actores protagonistas de nuestra propia realidad. Que la sociedad de información no sea un concepto único, sino que exista una pluralidad de sociedades al igual que somos una pluralidad de personas.
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